miércoles, 23 de enero de 2013

Oboro Muramasa: Entumecimiento estético

La otra noche salí al balcón y me destanteó lo bello que estaba el cielo. Luego, me abrumo pensar que pocas veces contemplo cosas así, por lo que decidí echarme al suelo a ver el espectáculo que las nubes y la luna estaban formando: la luz lunar alumbraba en círculos muy definidos y las nubes estaban todas esponjaditas en pedazos chiquitos. Luego de un rato me acongojó notar que no tardé mucho en entumecerme a lo que estaba viendo.

-Me recuerda a los fondos de Muramasa, aunque los de Muramasa están más bonitos, ja jajá- Bromeé conmigo mismo.
He bautizado a este fenómeno 'entumecimento estético'. Estoy seguro que esto es lo mismo que pasa al jugar Muramasa, o al sobreexponerse a cualquier otra obra de belleza saturada, incluso. El entumecimiento artístico no es sino otra de las consecuencias de la costumbre que tiene el humano de acostumbrase a todo. Fue normal, creo yo, que después de una docena de horas de jugar Muramasa, ya no me detenía a ver los detalles de la animación y las capas de los fondos. No sé si esto sea algo que deba acharle al juego (o al obra en turno) por no saber tener espacios de menor impacto para crear contraste y poder apreciar más los momentos meritorios, o, si no es nada más es mi culpa por ser un consumidor mimado y con un corto periodo de atención. Como sea: estúpida modernidad. Y estúpido Flanders.

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