jueves, 29 de septiembre de 2011

Paquete Humilde

Bróders del mundo, ¡un nuevo Indie Humble Bundle nos golpea en la nariz! Este, sin duda, no está tan chingón como los otros Indies Humbles Bundles, pero es bueno, sin duda también. Pueden pagar sólo un dólar y obtienen Frozen Synapse pero si se dignan a pagar más que el promedio, o sea, con 5 dólares, obtienen otros 3 juegos, un prototipo y un (¿)bono de preorden(?).

Roben la tarjeta de crédito del bolso de su abuela y cómprenlo, ahora mismo.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

La paradoja de la dificultad

Dos páginas de la guía incluida
La semana pasada acabé Machinarium (sigo jugando Super Mario Galaxy). El final no es nada espectacular, me recordó el final de Doukutsu Monogatari [Cave Story] pero con menos melancolía, en sí el juego no tiene tanta potencia sentimental como su increíble dirección artística nos haría creer.
Lo que sí me dejó meditabundo mientras veía la congelada pantalla final es la insatisfacción personal que sentí. No porque crea que el juego no valió la pena, me atacó un arrepentimiento diferente.

¿Nunca han acabado un juego basándose en una guía? O ¿nunca han revisado cómo pasar determinada sección porque nomás no logran decifrarla? Al menos una vez ¿no? Ahora ¿alguna vez se arrepentido por hacerlo?

Hoy en día, en plena revolución digital, nuestra paciencia es más poca, nuestra ansiedad se desata con facilidad. En los ochentas y noventas cuando uno no lograba pasar determinada parte en un juego no le quedaba de otra más que seguir pensando cómo hacerlo, a lo mejor preguntarlo a un conocido que ya había acabo el juego, o bien tener la suerte de encontrar una revista que trajera la ayuda necesaria. En pleno 2011 todos sabemos que en la red abundan walkthroughs, trucos y secretos en general. Entonces, cuando uno se atora no titubea mucho en considerar agarrar la computadora más cercana y consultar la forma desatorarse.

Esta es una guerra invisible de voluntad. Todos queremos obtener la satisfacción de atravesar un juego de principio a fin armados solamente con ingenio y habilidad, el problema es que queremos hacerlo a el ritmo que nosotros decidamos, sin tener que pararnos por ratos o semanas con determinada sección en la cabeza antes de lograr conquistarla.

Es muy gracioso además, como un nivel complicado desata nuestras más contradictorias creencias.
Estás jugando, te trabas, piensas, sigues trabado, intentas, sigues trabado, despotricas, sigues trababo. Es justo en este instante cuando el sentimiento paradójico ataca. Es en este momento en el que piensas que el juego es absurdamente difícil, que está mal diseñado, que no pinchen mamen con sus jaladas. Quizá es la manera en que nuestro subconsciente justifica tu mediocridad, también justifica poner pausa mientras vas a la computadora a apoyarte en la sabiduría ajeana.

Ese candado fue el que me derrotó
Lees cómo, te das cuenta lo simple que era, te das topes, suspiras, vuelves y lo pasas. El problema es que el fantasma del arrepentimiento no te soltará nunca, desearías haberte exigido más, sabes que tenías la capacidad de lograrlo, sabes qué superpoderoso te habrías sentido. Pero no fue así, joteaste y nada cambiará eso.


En Machinarium todo este embrollo aplica más rápidamente dado que el juego mismo trae una guía de sí mismo. Para acceder únicamente a la correspondiente del segmento en el que estás necesitas pasar un minijuego, de esa manera uno lo piensa dos veces antes de rendirse y recurrir a esta ayuda. Toda la méndiga paradoja me sucedió varias veces con la susodicha guía, ya que está incluida uno puede considerar que no es trampa y el sentimiento de autotraición puede achicarse. Por suerte.
El problema es que requerí al internet dos veces para acabar Machinarium (lo sé, soy vil). No me arrepiento de una de esas dos veces porque era acerca de un acertijo musical, en el que debía recordar un secuencia de 7 notas en determinado orden y repetirlas. Sé que pude haberlo logrado, pero habría tenido que usar fuerza bruta y poco ingenio, además de mucho tiempo, pues la verdad mis aptitudes musicales son bastante pocas.
De la segunda vez que mariconeé sí me arrepiento gachamente. La cosa es que ya era el meritito final y mi ansiedad por terminar el juego ya era mucha.
Y como les platico, primero sentí que la vida se me iba en resolver ese condenado acertijo y cuando descubrí cómo resolverlo me sentí pendejísimo.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mano a mano con Bowser

Estoy jugando Super Mario Galaxy (el primero, sí, apenas), acabo de enfrentarme y vencer a Bowser en el primer duelo temprano en el juego, y se me ocurrió...


Desde que el humano es un ser sapiente se conoce que los Marios han peleado contra los Bowsers por las princesas Peaches.


Mario contra Bowser en Super Mario Bros de 1985. Tiempos ancestrales, se sabe que yo aún no había nacido.



Noten que aquí ambos poseen una actitud de "a lo que va".


1988, Super Mario Bros. 3, el confrontamiento se vuelve a dar.


Esta vez con un poco más de tensión, intención y estrategia, se nota como cada uno ya conoce al otro. En sus miradas se nota que además de desprecio, existe cierto respecto por el oponente.

1990. Super Mario World. Los sabios acertaron: la historia se repetía (y yo ya había nacido).



De entrada se distingue un sabor más cinematográfico, una oscuridad preocupante, no temer a lo que sigue sería alocado. Bowser aparece en una nave que a primera vista parece contrastar con la ansiedad generada, todo lo contrario. Es guasónico y todos sabemos lo tenebroso que eso es.


Ahora nos brincamos Super Mario 64, Super Mario Sunshine (ni siquiera sé si en ese peleas contra Bowser), Paper Mario y demás, porque la neta no lo he jugado.

Lo que nos lleva a la batalla que mencioné al principio de la entrada.


Cuando estaba en medio de la pelea me llegó un pensamiento lindo, me di cuenta que esa era la batalla contra Bowser más visceral que había tenido. Debe ser porque él habla, porque puedo ver sus rostro con suficiente detalle, porque el juego está tremendamente bien diseñado. Tal vez todas, o ninguna. El caso es que la batalla fue personal, penetrante. Por primera vez sentí que luchaba contra él de manera viva e impredescible y no sólo decifraba un montón de patrones programados en un personaje.
No fue la batalla final, incluso creo que en la batalla final no sentiré esto de nuevo porque seguramente pelearé contra un Bowser agigantado. De verdad creo que fue una batalla especial.

Ya me clavé otra vez. Mejor ahí le dejo.


martes, 13 de septiembre de 2011

Maquinario


En toda mi vida he jugado a lo mucho tres juegos de aventuras point and click, no sé si porque simplemente no son lo mío o si porque no he tenido la oportunidad. Pero cuando vi por primera vez imágenes de Machinarium supe que tenía que jugarlo o un dinosaurio ninja vendría a asesinarme. Anden al sitio del juego picándole a la imagen para que entiendan lo que digo.


Empecé a jugarlo hace dos semanas, no he avanzado casi nada porque lo juego en intermitencias muy pequeñas y muy distanciadas. Es que no sé cómo jugarlo. No que no entienda el procedimiento para avanzar, o que el gameplay sea difícil de entender. Es que, éticamente y emocionalmente no sé cómo jugarlo. Sí sí, me clavo mucho con estas cosas, pero qué puedo decir, así soy.
Al menos lo explicaré.


Emocionalmente. Yo tiendo a relacionar mucho la atmósfera y el género del juego con los sentimientos y los antojos. De esta forma, al saber qué tipo de sentimientos activa determinado juego, puedo saber más acertadamente de qué tengo ganas de jugar.

A veces uno se siente agitado, excitado, intenso. A veces uno quiere jugar algo con un ritmo rápido, acción, satisfacción inmediata.

A veces uno se siente contemplativo, sensible. A veces uno quiere jugar algo transmitivo, significativo.


Las veces que he jugado Machinarium han sido cortas porque me pongo muy ansioso. La naturaleza del género, de estar pique y pique a ver qué pasa, parece activar un cosquilleo que no puedo ignorar. Una picazón que no me deja quedarme quieto en mi asiento, que no me deja estar tranquilo y analizar la situación en paz.

No estoy seguro por qué me pasa esto, he jugado docenas de juegos de estrategia, de puzle, RPG. Sé que tengo la paciencia y la paz espiritual (oi nomás) necesaria, pero en Machinarium nomás no.

Se me ocurrió que sería buena idea jugarlo mientras comparto mi atención con otra actividad. Pero aquí viene el otro adverbio: Éticamente:

Escuchar música o algún podcast me vino a la mente, pero al hacerlo dejaría de escuchar los efectos sonoros y la música del juego. Cambiaría totalmente la cosa: seguro todos han leído un libro mientras oyen música, saben que a menos de que el libro te tenga absolutamente enganchado, la música alterará ligeramente tu percepción de lo que lees. Me viene a la mente una película de humor negro en cuya delicada construción traza la línea entre lo que es trágico y lo que es gracioso.

Así que me cuestiono mucho esa opción. Otra opción es jugarlo mientras como, pero maniobrarme entre computadora y comida no es una buena idea cuando le quiero poner especial atención a alguna de las dos. Por otra parte, tomar algo caliente suena bien. Un chocolate caliente o un té. Parece que esa es la solución, mas no puedo estar tomando algo siempre que quiera jugar ¿o sí?

Algo que noté el otro día es que jugarlo mientras alguien más observa funciona. Por obvias razones no me puedo fiar de este método.


Pensar en estarle faltando al respeto al juego que juego es algo que noséporquéchingados siempre tengo en mente, sé que está de qué pedo contigo, güey, pero qué le va uno a hacer.


Iré a comprar una caja de galletas y una de té.



viernes, 9 de septiembre de 2011

Álbum tributo #2: Regreso en azul



Guarden sus trinches incandescentes que antes de ir al grano quiero hacer una confesión: Mi Mega Man favorito es Mega Man 9. Lo siento, pero así son las cosas. Consciente estoy de la importancia de Mega Man 2, y de la pulidez y longitud de Mega Man 3, así como de la asombrosa revolución de Mega Man X. Pero no. Ni todo eso se equipara a la perfección de Mega Man 9.

No sólo es mi favorito de la serie original, sino de todos los Megamanes habidos hasta el momento (mi favorito de la serie X es Mega Man X2, por ejemplo). Y la razón es simple; este juego es la tesis de la franquicia, todo aquello aprendido en más de veinte años se refleja en su perfección casi ficticia.

Mega Man 10 vendría siendo una adenda del 9.

'Ora sí, lo que nos truje es su música. Antier salió el disco Mega Man 9: Back in Blue. Cortesía del grupo de remixeros videojueguiles empedernidos, OverClocked ReMix. Back in Blue son dos "discos" con 18 canciones en total, todos remixes de las canciones más importantes del soundtrack original del juego. Lo curioso aquí es que los mismos de Capcom ya habían sacado un disco de esas mismas características: remixes de las versiones ochobiteras originales. Dándonos al día de hoy un gran total de 3 soundtracks del juego.


El original es vigorizante, siendo el que más recuerdos del juego cataliza. El de arreglos lo siento como una progresión natural al evolucionar cada pieza del original a una versión humanizada, o sea, removiéndole el robotismo, o sea, removiéndole el ochobiterismo. En otras palabras, si Mega Man 9 hubiera sido un juego creado con tecnología de nuestra época este segundo sería el soundtrack que traería consigo.
El de remixes, por otro lado, es una mezcolanza. Cada tema lleva una dirección totalmente diferente, esto mismo lo comentan ellos en su sitio. Encomendando a un remixero diferente cada canción, pues cómo no.

Estoy seguro que los cuates de OverClocked ReMix escucharon hasta el cansancio el OST original, pero me pregunto qué tanto oyeron el disco de arreglos, me pregunto, también, si habrán intentado distanciar sus versiones lo más posible de las de ellos.

Aunque de muchos otros soundtracks o canciones sueltas se han hecho infinifad de remixes, pues esto es muy común entre la comunidad melómana videojueguil, siento que es más destacable el caso de estos discos, pues los tres son álbumes enteros y los tres tienen (con unas más, unas menos) las mismas canciones. O quizá es de esas cosas que nada más a mi me parecen interesantes. Misterio insoslayable.

Tal vez un día me ponga a escuchar las tres versiones de cada tema, una tras otra, ha de ser un buen experimento personal. Sí, así de mucho me gusta este juego.

Ahí están para que los descarguen, nomás píquenle encima de las portadas. La de abajo los llevará al sitio de Back in Blue. Es increíble el nivel de producción considerando que ellos jamás han cobrado por ninguna de sus creaciones.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Edad Imperial


Hoy puse una repisa en mi cuarto (qué divertido es usar un taladro) para poner mis juegos y películas encima. Después de quitar el chinguero de películas de su ahora antiguo hogar encontré, debajo de una gruesísima capa de polvo, el único juego en disco original para PC que tengo. Age of Empires II, con su respectiva expansión, The Conquerors.

¿Saben por qué estoy escribiendo esto? Para no ponerme a jugarlo. De verdad tengo miedo.

Veo la cajita, leo la descripción, miro la imágenes. Una llave en mi cerebro se abre y sale un torrente de recuerdos. Es que No Mames. Está Bien Perro. Nomás por encontrarlo lo instalaría en esta computadora y me pondría a jugar inmediatamente.

Pero la jodona vocecita. Ah, y no me malentiendan, no me refiero a la vocecita que me dice que debo trabajar y ayudar a comunidad, hacer cosas de bien en lugar de jugar videojuegos. No, claro que no. Yo esa no la tengo. La mía más bien se preocupa de que deje de jugar otros juegos, que deje de leer otros mangas, que deje de mirar otras películas. La lista de pendientes de ver y la de jugar crece de la siguiente manera: en lo que acabo un juego (veo una película [o termino un manga {o novela gráfica, guaréver}]) dos más se agregan a la lista, así que nunca acaba. Y qué bueno la verdad. Yo sé que si caigo en la maligna tentación de darle otra oportunidad a Age of Empires II no voy a acabar Machinarium, no voy a terminar de leer Vagabond, y no terminaré de ver la filmografía de George Romero.


He tenido fuerza, pero sólo porque no hay nada más fantabuloso que robots, samuráis y zombis (bueno quizá un extraterrestre motociclista hechicero), mas sé que tarde o temprano mi fuerza flaqueará y me adheriré a las teclas intentando terminar la campaña de Barbarroja en Difícil y haciendo experimentos como enfrentar a un elefante de guerra contra 30 lobos salvajes.


Que este blog sea testigo fiel, y que cuando el momento de regresar a los imperios llegue, las docenas de horas que pasé en ellos serán acompañadas de agradables narraciones al respecto.


Ah, y que ya salió uno nuevo: