jueves, 25 de agosto de 2011

Silent HIll Memorias Desquebrajadas: Mi coitus interruptus

Después de más de un año de su lanzamiento, el destino me permitió obtener Silent Hill Shattered Memories para el Wii, alias William.

Desde luego que no lo jugué de inmediato, más que nada porque tengo la insana costumbre de acabar los Silent Hill de una sentada, así que necesitaba un día en el que tuviera libre al menos unas 12 horas seguidas. La espera de susodicho día también serviría como predisposición para poder lidiar con la experiencia de jugarlo de principio a fin en una sola sesión, pues porque como ya saben, uno tiene que entrar en la correcta sintonía, en el exacto estado anímico, bajo la precisa preparación psicológica, si se quiere gozar de un Silent Hill en carne viva.

Más o menos después de una semana llegó el momento, con toda la disposición del mundo y el cerebro expuesto a todas las atrocidades que se avecinaban, comencé a las 10 de la noche, con la esperanza de acabarlo antes de que amaneciera.

Quería que el juego me absorbiera por completo, adentrarme en el pueblo en mente y espíritu, yo quería ser Harry, e hice que Harry fuera yo, contestando con absoluta honestidad a todos las preguntas y pruebas que el psicólogo me hacía.
Más temprano que tarde, el juego usó lo que descubrió de mí para crear un Silent Hill lascivo, ya que las pruebas revelaron en mí una personalidad muy sexuada. Que se vio reflejado en una Cybil muy escotada, un Harry medio alburero. Y en especial, en monstruos femeninoides que tienen la clara intención de retorcer la sexualidad en la que tanto me fijo, en algo repulsivo, violento y hórrido. Tienen, por ejemplo, grandes tetas y suturaciones en las nalgas, piernas y genitales.

La madrugada aterrizaba y fundido en la atmósfera ya habitaba yo también en Silent Hill. El juego me conocía y jugaba conmigo, yo me dejaba. Entramos en comunión; él decidía espantar, yo me espantaba, él decidía tensar, yo me tensaba, él decidía cantar You Were Always in my Mind, yo cantaba también.



Acá la canción completa:



Originalmente una canción country de los setentas, cantada por muchos, entre ellos Elvis, hasta aparece en un comercial de Telmex, esta versión, que dicho sea de paso, me gusta mucho más que las otras, la compuso Akira Yamaoka y la canta Mary Elizabeth McGlynn. 

Me maltrataba y me encantaba. iAh! era una simbiosis sadomasoquista.

Entonces la tragedia ocurrió. No una tragedia ficticia que el juego arrojara hacia la vulnerabilidad que había creado en mí, sino una tragedia del destino mismo. Una tragedia que me tomó del pozo de la inmersión y me sacó de un jalón, que me retiró del trance, que arruinó nuestra comunión. Que se sintió justo como lo que da el nombre a este texto: Coitus interruptus.

Contaré lo que ocurrió lento y detallado, pues es el mero meollo.

Todo pasó durante la pesadilla en la escuela Midwich -no recuerdo si es la cuarta o la tercera-. Tras un rato de correr por mi vida llegué al callejón sin salida que tiene cada pesadilla, en la que se le pide a uno que resuelva un acertijo para poder avanzar, que este caso consistía en regresar y tomar ciertas fotografías basándose en las pistas que de daba el mensaje que llega a tu celular en el momento que intentas atravesar la puerta para avanzar.

Justo cuando supe que tenía que tomar fotos recordé que tenía la dizque memoria del dizque celular llena. Con eso de que nomás le caben diez fotos. Supuse que lo mejor era borrarlas ahí mismo, donde tenía un momento de seguridad, en lugar de hacerlo en la intemperie mientras lidiaba con el forcejeo de las criaturas a la vez que la hacía de médium-fotógrafo. Y bien, saco el celular, acceso a la galería de fotos y de inmediato me aparece un mensaje que decía algo así como "Hubo un error, no se pueden borrar las fotos", eso provocó que en el celular apareciera la ruedita que indica que está cargando, pero se quedó así, cargando hasta el infinito. No podía quitar el celular de la pantalla, no podía pausar, no podía abrir las puertas, nada. Como había grabado justo después de entrar en esa habitación reinicié el juego sin mucha preocupación.

Un poco consternado, más que nada por el bajón de ritmo, pero sin mucha alteración, volví emprendido a la misma habitación. Reoí el mensaje y de nuevo me dispuse a borrar las fotos. Casi todos mi ánimos se desvanecieron cuando el mensaje volvió a aparecer.

Ocurrió exactamente lo mismo.

Lo reinicié por segunda ocasión, el juego cargó, fui a la pantalla de cargar partida, y ahí estaba. Ahí estaba la tragedia. No estaba, no estaba mi archivo. Vacío. Todo vacío. 3 espacios en blanco para comenzar partidas nuevas.

No sé por qué, pero estas cosas las tomo con mucha calma y meditación, como esa vez en la que estaba jugando el Endless Mode en Mega Man 9 con mi Wii, alias Wilson, y cuando ya llevaba una cantidad exorbitante de pantallas, un primo pasó y con las patas desconectó todo el aparato.
Justo como esa vez, dejé el control en su lugar con mucha calma, apagué el Wii, alias Winston, y me quedé pensando.

En ese momento de cavilación me vino a la mente el juego de Silicon Knights para Cubo, Eternal Darkness: Sanity's Requiem, en donde *spoilers* en determinada parte el juego te hace la bromita de decirte que tu archivo se corrompió y ya no puede cargar la partida. Eternal Darkness, así como Silent Hill Shattered Memories, son bastante únicos en cuanto a la fuerte carga psicológica que tienen en el jugador, por lo que una jugarreta de este tipo va totalmente de acuerdo con ellos.

La diferencia es que esta no era una broma. Deseé que lo fuera, pero era inútil.


No es que sienta que perdí mi tiempo, no es que me dé flojera volverlo a jugar. Es el hecho de que sólo hay una primera vez, sólo hay una oportunidad para jugar un Silent Hill sin saber qué es lo que va a pasar. Es el hecho de que muy difícilmente lograré alcanzar ese estado de congeniación la segunda vez.

Aquí es donde me golpea en la cabeza el dilema: no sé si debo volver a jugarlo lo más pronto posible para intentar retomar los sentimientos que logré obtener. O: esperar un largo periodo con la esperanza de que olvide casi todo y así experimentarlas como la primera vez.
Ninguna parece ser la respuesta correcta



Y esa es mi triste historia, la historia de mi coito interrumpio y de como el juego involuntariamente hizo honor a su nombre: porque la mémory se shattereó.

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